José Mª Menéndez Fdez.
Gijón, 2003
Cada vez que voy a Mieres
y suelo ir con frecuencia,
si no me acerco hasta Oñón
me remuerde la conciencia.
Ya derribaron el barrio
no hay vecinos en Oñón,
ya no se ve ningún niño
nadie juega ya al balón.
Solo queden cuatro cases
de todes les que allí había,
ya no está la de mi madre
que era la que más quería.
Aún siendo un hogar humilde
y nosotros cuatro hermanos,
allí fuimos muy felices
fueron mis mejores años.
En Oñón murió mi padre
un hombre justo y cabal
y también nació mi hija
maravillosa... y genial.
Era un barrio universal
allí no había fronteras,
y siempre muy solidario
con toda gente de afuera.
Ya no existe el Ultramar
ni tampoco les escueles,
que como les dejé pronto
aún arrastro les secueles.
Tampoco queden los hórreos
de los que Oñón presumía
ni la plazoleta “el cañu”
que era donde yo vivía.
No hay rastro del lavaderu
¡que nos diría si hablara!
donde todes les vecines
teníen su cita diaria.
Ya no existen les tertulies
ni el lugar de reuniones,
donde siempre se acababa
entonando unes canciones.
Todos guardaban silencio
prestando gran atención,
cuando cantaban a coro
“los de la claque de Oñón”
No hay alegría en el barrio
con lo bien que lo pasamos,
tampoco se oyen las palmas
ni el canto de los gitanos.
Solo queda el río San Juan
que ahora baja silencioso,
triste al ver morir al barrio
y de un luto riguroso.
No se escuchó ni una salva
ni en su memoria una misa...
pero a todos los vecinos
se nos heló la sonrisa..
Ahora estamos esparcíos
muchos en otra región,
pero allá donde esté uno
hay un trocito de Oñón.
Por les fiestes de San Pedro
nos sorprendía la aurora,
bailando la danza prima
a la luz de una farola.
También la "fiesta el raposu”
tenía gran atracción,
era una gira campestre
que hacíamos los de Oñón.
No está “la chocolatera”
que la folixa anunciaba,
ni suena ya el organillo
que siempre la amenizaba.
y que hermoses chavalines
tenía el barrio de Oñón,
que veníen a cortejales
mozos de toda región.
Quien se casaba en Oñón
ya no quería salir,
y con sorna pregonaba
que era “nativo” de allí.
Era un barrio centenario
familias muy arraigadas,
que tuvieron que salir...
¡porque fueron obligadas!
También tenía su industria
el viejo barrio de Oñón,
talleres, carpinterías...
¡¡y fábrica de jabón!!
Y unos famosos Llagares
siempre a pleno rendimiento,
y en Oñón ubicó Mieres
su primer Ayuntamiento.
Oñón tenía su duende
y los gitanos su encanto,
bailando en torno a la hoguera
Lanzando al aire su canto.
Era un barrio muy castizo
con gente muy pintoresca,
siempre empleando el ingenio
no exento de picaresca.
Que bien nos quedó el escudo
ye digno de admiración,
representa con detalle
toda la historia de Oñón.
Muchos no están con nosotros
pasaron a mejor vida,
mas siempre estarán presentes
porque son la historia viva.
Poco ya se puede hacer
tan solo “resignación”,
pero yo tengo mas pena
que el día la inundación.
Pues aunque solo era un niño
cuando el barrio se inundó,
recuerdo perfectamente
la tragedia que causó.
Muchas familias sin techo
nadie daba soluciones,
los vecinos desolados
lloraban por los rincones.
No vino ningún ministro
a inaugurar “el pantano”
no llegaron subvenciones
nadie les tendió una mano.
Muchos fueros atendidos
por los servicios de urgencias
al ver que el río llevaba,
sus ya escasas pertenencias.
Quedaron abandonados
y por tal marginación,
Mieres siempre estará en deuda
con los vecinos de Oñón.
Y por todos estos casos
mas otros... que ahora no cuento
estos sufridos vecinos,
merecen un monumento.
Por eso una vez al año
juntámonos los de Oñón,
nadie falta a la folixa
¡ye un día de diversión!
Y si algún día edifiquen
aunque ahora vivo en Gijón,
si tengo oportunidad...
¡¡yo quiero volver a Oñón!!
1 comentario:
¿Cómo puede ser posible que no recordara yo haber leído antes estos versos? Acabo de repasar los Poemas de Oñón yal detenerme en ellos me dejaron prendada, una vez más por el ingenio y la chispa que para mí tiene su autor.
Me encanta.
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